OTRA FAMILIA ASTURIANA (Carta a la comisión de Escolaridad)

En este blog intentamos que conozcáis lo que viven algunas familias. Hay veces que se escribe desde una desesperación que podría haberse evitado.

Sabemos que también habrá experiencias mucho más agradables, que podríamos publicar cuando nos lleguen.


Carta a la comisión de Escolaridad

Me dirijo a ustedes para pedir un cambio de centro urgente para nuestro hijo.
 
Tengo que poner por escrito todo lo que él ha vivido hasta ahora y eso me duele en el alma, por lo que intentaré ser breve aunque pienso que también será una terapia para mí.
 
Mi hijo actualmente tiene 11 años y está cursando 6º de Primaria, ha sido un niño incomprendido por la mayoría de los profesores que le han dado clase, en algunas ocasiones vejado por ser inquieto o movido.
 
Todo comenzó cuando tenía 3 años y empezó a desmayarse sin un porqué. Nos dedicamos a recorrer médicos hasta que diagnosticaron que podía tener EBI, epilepsia benigna de la infancia.
Tomó el 
tratamiento durante 1 año, comenzando a los 4 años. Pero este tratamiento le dejó la mente en blanco, la profesora no podía creer que uno niño tan inteligente acabara 3º de infantil sin saber leer ni escribir. Por lo tanto la pediatra nos dijo que le quitáramos el tratamiento cuanto antes.
 
Paso a 1º sin saber leer ni escribir. Aquí comenzó el infierno, 60 fichas para navidades, de un mecanicismo total.
 
Le pusieron un profesor de apoyo para matemáticas que le gritaba y lo reñía constantemente hasta que hablamos con él y le explicamos que podía desmayarse fácilmente, pues se ponía nervioso. Al día siguiente en su clase cayó redondo. Entendió a la fuerza que era un niño sensible y nervioso cuando lo pudo comprobar.
 
El problema parecía resuelto, pero a finales del curso la  P.T, que nos había dejado un libro para hacer silabeo y que no uniera las letras. Al entregarlo, muy felices de haberlo finalizado, pensando que a nuestro hijo le reconocerían el trabajo realizado. A la profesora solo se le ocurrió preguntarle si creía que estaba aprobado o suspenso. Él, todo feliz, con 6 años, me mira y asiente con la cabeza; la PT responde que estaba suspendido. Mi hijo me miró con lágrimas en los ojos y con un llanto que ya no podía contener; por aquel entonces ya me dijo que la vida no le gustaba.
 
Fuimos a un neurólogo de Santander para ver lo que le pasaba a mi hijo, en realidad nos dijo que ya no tenía foco epiléptico pero si tenía el sistema nervioso central sensible, y poco a poco según fuera madurando se le quitarían los desmayos.
 
Pasó a segundo curso y le tocó una profesora que se dedicó a preparar las oposiciones en clase mientras mirada el móvil.
 
A mi hijo lo dejaba castigado y solo. Yo he visto todo esto, pues soy cuidadora de infantil en dicho colegio.
 
El profesor del año anterior que seguía dándole apoyo le hizo aguantar la caca en clase hasta que no pudo más, otra profesora de P.T, le tiró del pelo. Cuando mi hijo mayor me dijo si iba a consentir que a su hermano le siguieran maltratando, hablamos con su profesora para saber si le había hecho eso, a lo que ella respondió que sí, porque era muy nervioso y ella también lo era, no pudiendo resistirse; también dijo que algún día encontraría a una profesora que lo tiraría por la ventana.
 
Pasó a tercero, el mejor año de su vida porque le tocó una profesora maravillosa y dinamizadora que motivó a nuestro hijo y consiguió alcanzar el nivel de la clase, mediante escritura, cuentos, juegos, y una plataforma virtual donde ellos mismos se podían relacionar e interactuar con ella.
 
Parecía que la pesadilla había cesado y mi hijo por fin se sentía integrado y seguro de sí mismo.
 
Hasta que pasó a 4º curso y llegó una persona con un carácter que no les dejaba ni respirar, no soportaba que los niños llevaran rueditas en las mochilas por el ruido, ni tampoco bolígrafos de muelles.
 
Era una castrante en toda regla, varias madres nos vimos en la tesitura de denunciar mediante un escrito el maltrato psicológico al que había sometido a los dos más movidos. 
 
A nuestro hijo le preguntó si creía que estaba capacitado para ir de excursión, a lo que H. que siempre había ido a todas las excursiones incluso cuidando a los de infantil porque le encantan los pequeños, respondió que no, porque era muy movido y ella sin titubear lo dejó sin la excursión de fin de curso, diciendo que no le importaba lo que opinaran los padres.
 
También le dijo que era el payaso de la clase y utilizó a varias niñas para que señalaran cuando se portaba mal. Un gran ejemplo de integración.
 
Yo me fui del colegio sin denunciar el caso, pues es donde trabajo como cuidadora, y decidimos cambiar a nuestro hijo a otro colegio del centro de la localidad pensando que todo pasaría.
 
Así fue en 5º curso, él se integró totalmente con los compañeros, porque sólo son 7 niños, y además amigos del fútbol.
 
El primer año transcurrió muy bien, lo escogieron para hacer un video, a mi hijo le encanta participar bailando y actuando.
 
La profesora lo motivó, con suma paciencia de su parte y gran esfuerzo, pues nuestro hijo andaba mal en ortografía y aritmética. Él tenía un gran cariño y admiración a su profesora.
 
Acabamos 5º con muy buenas intenciones, pero al volver de vacaciones algo había cambiado, la profesora se mostró sería y distante.
 
Ella misma en la 1º reunión con los padres manifestó que quería que los niños pasaran el instituto totalmente maduros. No les iba a permitir nada.
 
Nuestro hijo se lleva genial con sus compañeros, pero a raíz del comentario inoportuno de la profesora sobre que alguien olía mal, comenzaron a señalar a un niño de la clase que siempre está muy callado y le cuesta hacer amigos.
 
La tutora actual es la misma de 5º curso, pero parece una persona distinta al año pasado pues el año anterior se volcó con ellos, fue empática y paciente.
 
Nos citó para decir que a nuestro hijo le pasaba algo, estaba distraído. Comenzó a tener un cuadro de ansiedad, molestias estomacales, falta de apetito, mareos y no poder conciliar el sueño por la noche.
 
Fuimos a la pediatra y ella nos dijo que primero lo tendría que mirar un psicólogo para ver lo que le ocurría.
 
Fuimos a Bilbao y dos psicólogos clínicos especialistas les pasaron pruebas de capacidad y aspectos emocionales durante 6 horas, un mes después teníamos el resultado.
 
Cuando nos dijeron que nuestro hijo mayor era de altas capacidades nos lo creímos porque siempre fue un niño muy despierto y con gran rapidez mental, pero lo que no esperábamos era cuando nos dijeron que el pequeño tenía gran dotación.
 
Estuvimos casi una semana intentado digerir la noticia, aunque no sabíamos que hacer, leí un montón de libros sobre el tema y desde luego que encajaban a la perfección con la personalidad de mi hijo; hipersensible, distraído, cuando le gusta un tema no quiere parar, siempre le pasó con la lectura porque no quería dejar de leer, son personas con un alto grado nivel de crítica y que no encajan muy bien las normas cuando no tienen una explicación. Se cuestionan todo y suelen tener una gran curiosidad que les hace preguntar todo muchas veces. Esa es una característica muy marcada de nuestros dos hijos. Los dos salieron con gran creatividad y en el caso del mayor un gran nivel de eficiencia.
 
Cuando le comuniqué los resultados a la profesora, no se lo podía creer, incluso le dio la risa, y me dijo si lo iba a llevar a un colegio especial, alegando que era imposible que un niño con los resultados académicos que él tenía pudiera ser sobredotado.
 
También me dijo que ella no iba a hacer nada diferente de lo que tenía programado y que eso lo tenía que verificar la orientadora del centro aunque los datos ya saldrían sesgados.
 
Durante un mes les pasaron las pruebas, mi hijo venía de la escuela diciendo que le habían hechos los mismos ejercicios que en Bilbao, pero que no los había hecho tan bien como allí.
 
La orientadora se reunió conmigo y me dijo que no tenía sobredotación. En realidad me importa muy poco si mis hijos son de altas capacidades o no, pero creo que varios profesionales con más experiencia es difícil que se equivoquen.
 
Lo que si me preocupa es que nuestro hijo ahora mismo se encuentra con un alto nivel de ansiedad, rayando la depresión pues no quiere comer, ni tampoco dormir, viene del colegio con fuertes dolores de tripa, de cabeza y mareos.
 
Fuera de registros, cartas, informes, burocracia que son papeles a fin de cuentas quiero lanzarles una pregunta si son padres: ¿cómo se sentirían ustedes si a sus hijos les pasa algo parecido que al nuestro?
 
Como dice Cesar Bona, el profesor que ha sido elegido para ser uno de los mejores profesores del mundo, las asignaturas más importantes son la empatía y el respeto hacia el niño y su salud emocional tanto como psicológica.
 
Da la casualidad que los buenos resultados vienen de la mano de un equilibrio entre la emoción y la razón. La emoción según los avances neuropsicológicos son la base del aprendizaje cognitivo. Cuando se lo comuniqué a la profesora me respondió con algo que me dejó perpleja: -"¿qué tiene que ver lo emocional con lo cognitivo?".
 
No estoy yo para dar clases magistrales, pero si tengo que decir que a raíz de lo que le sucedió a nuestro hijo no he parado de estudiar, en la actualidad soy Docente de Primaria, cursando actualmente el segundo grado de Infantil y haciendo las prácticas en el centro al que quiero que vayan mis dos hijos porque he podido comprobar, realizando mis 4 prácticum, que en este colegio se contempla la diversidad y se intenta integrar a los niños con distintas capacidades, bajo el respeto y cariño. Para hacerles participes de una gran educación basada en los valores.
 
Hasta aquí hemos llegado y ya no me callo más, pues nuestro hijo tiene la autoestima por los suelos, está destrozado y con pensamientos del tipo: -"no valgo para nada".
 
Por eso solicito urgentemente un cambio de colegio en este caso para mi hijo pequeño, pero también para el mayor que ha bajado las notas y se encuentra distraído debido al sufrimiento de ver a su hermano en tan lamentable situación.
 
Aunque aparentemente bajo una coraza parece que mi hijo se ríe de todo, lo que tiene es risa nerviosa y unas ganas grandísimas de que alguien confié en su posibilidades.
 
Nos ha dicho la psicóloga que lo ha salvado que es positivo y sigue esforzándose; con menos defensas el niño estaría mucho peor.
 
También me ha dicho que en cuanto mejore el trato y el respeto hacia él, todo comenzará a cambiar y podrá demostrar su gran valía como persona  y su potencial.
 
Desde entonces en casa han cambiando algunas cosas, ahora está aprendiendo guitarra para relajarse y haciendo escritura creativa que le resulta muy catártica, no voy a dejar a mi hijo solo, pues como cualquier madre lo adoro por encima de todas las cosas, y más por encima de los resultados académicos que no dejan de ser un número. Considero que lo más importante es ser persona y hacer que la educación tenga el valor que se merece bajo el respeto y la empatía.
 
Una madre.